Cruzamos la calle con Suárez a tomar un café, nos sentamos a charlar, me
preguntó qué sabía del muerto. Yo la verdad no sabía mucho, pero le
respondí que era un estudiante boliviano y otras cosas que no ayudaban.
respondí que era un estudiante boliviano y otras cosas que no ayudaban.
En ese momento vimos parado a Isaías Bloom, le hicimos señas para que
venga.
Cuando se acercó nos comentó, que a Olmedo se lo veía muy nervioso,
pero Isaías no sabía por qué.
pero Isaías no sabía por qué.
Después nos empezó a contar, que el domingo a la noche tuvo un sueño
con un bosque y una mariposa de luz y bla, bla, bla. Me aburría su sueño
¿qué tenía que ver con el asesinato?; cuando terminó le dije “Ajá”. Yo le dije
eso porque no me interesaba.
Siguió contando su historia infantil, para eso me voy al jardín. Yo no
entendía cómo se interesaba tanto Suárez. Seguía contando, decía que se
despertó y que le pareció oír un ruidito metálico, eso me interesó y se quedó
despertó y que le pareció oír un ruidito metálico, eso me interesó y se quedó
mirando una esfera luminosa del despertador que estaba sobre el escritorio,
no sé qué quiso decir y pregunté, Isaías me contestó, que a lo mejor alguien
estaba en frente o algo así. Me había dicho.
Yo le dije que sería Olmedo, pero no porque estaba dormido. También me
comentó que le revisaron unos papeles a Olmedo.
Isaías nos comentó que se analizaba y que quiere ser un psicoanalista; la
verdad no entiendo para qué quiere analizar sus sueños bobos, yo le dije lo
que soñaba, me ofendió, si dice que analiza sueños, porque mi dice ¡Que no
comente los míos!.
Le dije que continúe (con sus sueño bobo), no le presté atención en nada
porque me ofendió. Quería preguntarle a Suárez como se interesaba tanto,
pro iba a quedar mal, así que se me ocurrió decir “interesante” por decir
algo.
Como para no quedar mal escuché la última parte. Decía que a la mañana
siguiente la copa había desaparecido.
No entendía nada, le pregunté qué copa porque no escuché sus sueño
completo. Me explicó. No sé de qué servía eso, entonces cerré los ojos y
empecé a razonar. Cuando abrí los ojos, Isaías Bloom cruzaba la calle.
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